26 de diciembre de 2013

Noches estrelladas




Se oscurecieron los silencios,
   el mar y el tiempo.
Las rocas
comenzaron a soñar.
Hemos cosido los labios de la tristeza
y recubierto de cal y arena,
una a una,
las grietas de nuestra tierra...

Fue la levedad de la primavera,
el rencor de las flores al medrar,
la calidez de los susurros
y la fatiga de los que no iban a levantar cabeza…

No me resignaré:
a que el tren no pare en el apeadero,
a que las pestañas se fosilicen,
a que el sueño venga y no se marche,
a que las noches sean,
de verdad,
noches estrelladas.


JANDRO DQ. 

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