En
este cálido invierno
que
inunda de agosto
los
días de enero.
En
esta estación de trenes
donde,
solamente,
hay
billetes de ida sin vuelta.
En
esta solitaria ciudad,
donde
ni
siquiera hay castillos de arena en el aire
y
ellas
solo caminan;
no
quiere volar ni soñar.
En
este exilio,
en
esta galera del látigo y del cuchillo,
en
esta cárcel,
en
este cementerio de vivos,
solamente
digo y replico:
piedad.
A
las ocho,
no me esperes
en
el parque del olvido,
ni
debajo de ningún árbol.
Hubiera
querido contarte
lo
que no me atreví
a
decirte a la cara
ni
susurrarte al oído.
Y
si esta carta no llega a destino,
y
si mis letras se pierden
y
si el mensaje queda en al aire,
espero,
que
aunque no hagas acuso de recibo,
mandes
un ramo de lirios
a
la calle del amor Nº 8 5ºb.
A
tu puerta llegará una carta certificada,
como
certifican
el
suicidio los que ya no tienen nada que perder.
JANDRO DQ.
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