30 de noviembre de 2012

No me sobran las palabras.

    
Este callejón sin salida,
estas casas sin tejados
y los suburbios de la ira.
Este huracán de miel,
estas gotas de cristal
y los ojos del mineral
más rastrero de la cantera.

Por las palabras de mi voz,
explorando los entresijos
de tu corazón,
he encontrado la derrota,
me he visto cara a cara
con aquél burdo amor.
Y con los mil dedos
de mi mano rota,
lo he apartado de mi boca.

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Esta sombra que no anda,
la silueta de una ninfa,
 Artemisa de los griegos
y adoración en este infierno.
Esta palabra que se traba,
esta decoración equivocada
en la más gélida de las mañanas,
Esta casa sin dueño,
este jardín de jazmines
y animales en celo,
amores de una noche
y largos rumores de mañanas.
Que para decirte eso,
necesito beber solamente
dos whiskys a pelo…

 Este amor, más frío
que cualquiera de los inviernos.
No te digo que te quiero,
no te digo que te amo,
solamente por lo bajo hablo
de que no estaré para siempre a tu lado.


Jandro DQ.

27 de noviembre de 2012

Quinto epitafio: confusión elemental


(I)

Y cuando, Cloe, tiernamente me dijo que me levantara
de aquella sucia y húmeda esquina
para que pudiésemos volver ya a casa, junto al calor del hogar,
le dije:

“Quiero que te pares y pienses que por un momento
tu y yo
somos dos famélicos lobos,
que comen sin descanso en un festín de suculenta vianda.
Tú, ya atiborrada, te apartas y dejas
que mi voraz apetito se vea saciado
pero la carne empieza a acabarse
y sigo con hambre.
Me acerco a ti como un alma silbante,
Like a zip gun,
y el caos amenazante
hace que, con un mordisco de desgarro, te separe el cuerpo
de lo que hasta hace medio segundo era tu cabeza.

Eso soy yo:
Un lobo, consumido por la angustia
y el descontrol,
que te seccionaría el cuello
sin el menor remordimiento.”

Dicho esto, Cloe se levantó y,
con los puños apretados y los dientes rechinando,
se giró ciento ochenta grados y
me dejó allí abandonado
como aquel quien le consiente agonizar a un gato
que acaba de ser atropellado por un coche.

Y no pude hacer otra cosa que,
bajo los efectos del alcohol,
dibujar una leve sonrisa.


(II)

Este es Jesús,
erigido bajo un haz de luces de neón
y una sobredosis de atropina

Es cada herida en la muñeca,
cada colapso de riñón.
Es la embriaguez y la resaca,
es aquel poema de amor que lloraste de sangre.

Jesús es el odio y el morbo,
el éxito del caos,
el gozar que provoca el sufrimiento,
la humillación.
Es comedia y es tragedia.
   
     ‘Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’



7 de noviembre de 2012

Se découvrira le printemps.


                                                                                                           Juan, Laura, Ruth, ellos,
                                                                                                                                       y ellas.
                                                                                                                                         

Cuando te solté la mano se me escapó
la armonía.

Hoy he caminado por el río,
esta tarde,
y he vuelto a sentir
la caricia del océano,
a lo que huele lo bello de este mundo.

Una imagen que mi cámara captó,
un efímero aire del invierno.
El beso recogido.

Un poco más tarde vi, a lo lejos, minúsculo,
un dálmata que otro paseaba y, junto al otoño,
me recordó sigilosamente
la particularidad de no saber por qué
gustamos de un pequeño placer.

Vuelve a soplar esa fría brisa,
y la noto. La armonía
me roza de nuevo,
un susurro sentido de lo hondo.

Después de todo, existe algo transubstancial
por la que creo que aún merece la pena querer bien
en la levedad de la caricia del océano.