Impenetrable hojarasca
que yaces tupida y gris,
manto de ilusiones vanas,
son de lastimeros llantos.
Pronto llegará el blanco,
necia, y cual insana
peste, se abrirá camino
sobre tu quieto mirar.
Y el florecer y el despertar
de los bellos trinos, unidos
en su concierto al riachuelo
y a su ingrávido sonar.
La ausente hojarasca contemplad,
y el seco bosque renacer
con lo gris tornado en verde;
sus ramas ya solo mueve el viento.
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