Los infortunios del alma perdida,
cuando camina entre los suburbios de la
mente,
que están plagados ruinas
y viles ratas hambrientas en busca de
comida,
son,
ahora y siempre, pasto de mis noches en
vela
y de los días al pie de la letra.
No hay mayor combate,
ni confusión de sentimientos cruzados
como cuando se juntas ellas dos:
La plena desnudez de la palabra
y la cálida caricia de la
pluma al papel
JANDRO DQ
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