en donde hace unos años encontré aquel cuaderno de poemas
que estaban escritos con tanta pasión.
Ahora me siento y me sobrevienen
la melancolía y las ganas de leer aquellos versos
que resultaban aparentemente ajenos.
Recuerdo que poco me duró aquella tempestad en las manos:
cómo rápidamente apareciste para reclamar
lo que te pertenecía.
Y lo cogiste y huiste en el último vagón
de aquel lento,
agónico,
y ya tan lejano tranvía.
Pero aún me viene a la cabeza el final de un poema que decía:
Eh, tú, responde: te quisieron y te pegaron
una patada en la cabeza. Pero ni siquiera te molestaste
en levantarte.
Ahora los gritos ya se callan:
¿acaso los escuchas?
Se han callado e ido,
everyone left you
y ahora eres un niño convertido anciano.
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