Literaturas aparte, hoy es un día triste para el fútbol. Paisano y vecino, Manolo Preciado nos ha dejado, tras una vida llena de caídas y superaciones: todo un ejemplo. Y a pesar de que el deporte no es tema de este blog, merece la pena hacer una excepción, aunque solo sea para presentar un artículo para el recuerdo, del que todos los asturianos deberíamos estar orgullosos. El autor se llama Antón Meana (podéis seguirlo en su cuenta de twitter), periodista de la TPA, y ha publicado en el periódico digital Marca lo que a continuación voy a copiar. Espero que lo disfrutéis y os emocionéis tanto como Manolín seguramente habría hecho.
«"No hay rencor en mi alegría". Con esta frase, tan corta y tan sincera, resumió Manolo Preciado su noche más feliz, aquella en la que ganó al mejor Real Madrid de la historia en el estadio Santiago Bernabeu. Hoy esto ya no importa, pero los que estuvimos aquel día en el estadio contaremos a nuestros nietos por orden expresa de Manolo Preciado que allí liamos una muy gorda. Y eso que Manolo repetía una y otra vez que en el fútbol no había nada más grande que un ascenso. Pues si Manolo, hay cosas más grande que un ascenso. Tú eres más grande que cualquier ascenso. Cuando algo bueno le pasaba al técnico de Astillero se alegraba todo el deporte español.
Ya no quedan Preciados en el fútbol actual, ya no queda gente normal en un deporte donde un absurdo elitismo pone a entrenadores y jugadores en un pedestal inaccesible para el resto de los mortales. Él no era así. Él trataba igual al director de un periódico que al becario que hace prácticas en verano. El fallecimiento de Manolo Preciado tiñe de luto para siempre la historia del Sporting de Gijón. Porque más allá de pequeños problemas contractuales, Manolo siempre será nuestro entrenador. Y aunque algunas crónicas digan lo contrario, se fue del Sporting por la puerta grande, esa que abre con el corazón una afición que seguirá soñando con dejarse un bigotín como Preciado. El Molinón, un estadio de película , jamás olvidará a ese genio capaz de desdramatizar algo tan pasional como el fútbol.
'Mientras vivo este sueño, quiero oír tu grito'. Ese era el lema que conmemoraba la vuelta del Sporting a la élite en el año 2008 tras una década en Segunda. Pues que sepas, querido Manolo, que nuestro grito lo vas a seguir escuchando siempre. Que hacer feliz a una persona no tiene precio, pero hacer feliz a 285.000 debería tener algún tipo de premio. Y tú nos devolviste el orgullo de ser sportinguistas. Es cierto que eso nunca se pierde, que cuando eres de un equipo jamás reniegas de tus colores, pero cuando tú llegaste a Gijón la ciudad estaba desencantada, al Molinón íbamos cuatro y los niños no bajaban a La Escalerona con la rojiblanca, esa rojiblanca que preside la barra de Casa Ataulfo, tu rincón favorito de Gijón dónde tantas y tantas noches charlabas de fútbol con todo aquel que se te acercaba. Teníamos pendiente una paella en La Alegría de la Huerta, a orillas de la Malvarosa, y allí estaré en la previa del próximo Villareal-Sporting, porque aunque no llegaste a ser presentado, desde el 6 de junio de 2012 los del Sporting también somos un poco amarillos.
Tras derrotar al Valencia en Mestalla en Noviembre de 2008 me dijiste cara a cara "Meana, esto que has vivido hoy no te lo crees ni tú". Y yo no me lo creía, pero evidentemente aquello era real, tan real como que desde hoy nunca más podremos darte las gracias por lo feliz que nos has hecho.»
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