Miro para la derecha,
hombre blanco, uno setenta de estatura,
pelo negro corto,
manos carcomidas por la ansiedad,
inquietud y precisión, su seña de identidad.
Miro para la escalera.
Tercer escalón,
en él, cuatro pies.
Unos acomodados y dos recién llegados.
Mano con mano
construiremos lo que resta de escalera.
Nunca te rindas,
enladrilla lo que queda de vida,
asfalta la autopista que dejes a la espalda
y nunca duermas.
No te adormezcas...
P.D: Esta entrada la dedico a Adrián García, un compañero de sangre. Enhorabuena, jefín!
Jandro DQ.
craks¡ el dedicador y el dedicado¡
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