Juan, Laura, Ruth, ellos,
y ellas.
Cuando te solté la mano se me escapó
la armonía.
Hoy he caminado por el río,
esta tarde,
y he vuelto a sentir
la caricia del océano,
a lo que huele lo bello de este mundo.
Una imagen que mi cámara captó,
un efímero aire del invierno.
El beso recogido.
Un poco más tarde vi, a lo lejos, minúsculo,
un dálmata que otro paseaba y, junto al otoño,
me recordó sigilosamente
la particularidad de no saber por qué
gustamos de un pequeño placer.
Vuelve a soplar esa fría brisa,
y la noto. La armonía
me roza de nuevo,
un susurro sentido de lo hondo.
Después de todo, existe algo transubstancial
por la que creo que aún merece la pena querer bien
en la levedad de la caricia del océano.
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